Los pasos primitivos de este sector de la Ciudad son parte del ADN de cada uno de los porteños y porteñas que la habitan y que la transitan día a día. Por Pablo Rubin, Editor de www.Palermonline.com.ar Palermonline Noticias para ACMV
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Los primitivos habitantes de toda esta zona fueron indudablemente los aborígenes, grupos de «guaraníes de las islas», y otros algunos nómades querandíes.
Los «guaraníes de las islas» eran hábiles canoeros, confeccionaban cerámicas y cultivaban la tierra. Eran grandes consumidores de pescado, cosa fácil de comprender sabiendo que dominaban el amplio estuario del Río de la Plata.
Demos un salto en el tiempo y llegamos así al 11 de junio de 1580, cuando don Juan de Garay funda Buen Ayre. En enero de 1580 Juan de Garay comenzó los preparativos de la segunda fundación de Buenos Aires. Se pretendía poblar la nueva ciudad con gente de Asunción. El domingo 29 de mayo de 1580, Juan de Garay llegó a la boca del Riachuelo.
Desembarcó justo en el lugar donde años antes lo había hecho el adelantado Pedro de Mendoza e instaló un campamento; la columna que viajaba por tierra llegó un mes después. Para el miércoles 11 de junio ya se había levantado un pequeño asentamiento, hoy lo que representa la Ciudad de la Furia. Caba.
Resulta interesante destacar que en 1619 se designa a las barrancas de Retiro como «las barrancas de Palermo». Y siete años más tarde, al nombrarse un banco de arena frente a la ciudad, se alude «a la altura de lo de Palermo».
Ello le dio sustento a Miguel Sorondo para sostener que el nombre de Palermo recordaba a Juan Domínguez Palermo, natural de Palermo, en el reino de Sicilia, que llegó a nuestras costas en abril de 1582.
Domínguez Palermo
Al despuntar el año 1605, Domínguez Palermo es elegido como regidor del Cabildo. Cuatro años más tarde compra una chacra en el Monte Grande, lindera con la de Diego de Olavarrieta por un lado y con la de Jerónimo Pérez, justo en el límite entre la actual Recoleta y Palermo, barrio al que le dio simbólicamente su nombre.
En 1685 ya figura esa denominación incorporada a la toponimia local en documentos oficiales, ya que en uno de ellos se menciona «La Pesquería de Palermo», que se hallaba debajo del cañón del fuerte de San Sebastián, donde por no ser muy brava la costa, acuden los pescadores de a caballo o a pie a pescar sin barcos.
El Partido de Palermo fue creado en 1808, y hasta el año 1821, el Cabildo designaba anualmente al Alcalde de dicho Partido, cuyo nombre quedó así incorporado a la nomenclatura oficial.
Esa es, rápidamente, la prehistoria y la primera etapa de la historia de Palermo. Hoy denominada Palermo Soho.
Años más tarde sentó sus plantas en nuestro barrio, Juan Manuel de Rosas, que inmortalizara su famoso caserón, uno de los baluartes edilicios de ese tiempo, con el nombre de Palermo de San Benito, y que lamentablemente fuera dinamitado por los que hoy se denominan «Gorilas» al terminar el siglo pasado.
Rosas compró la primera fracción de tierra en 1838 y un año y medio más
tarde otro predio con una casa quinta, que le sirvió de base para la
construcción de la casona blanca que le dio fama al Palermo de entonces. Donde
hoy está el Parque Tres de Febrero, Juan Manuel de
Rosas encargó al agrimensor Nicolás Descalzi la confección de un detallado
plano de la zona.
Este relevamiento de los “arrabales de la Recoleta” concretado en 1837, es
un valioso
instrumento para el conocimiento de este sector de la ciudad.
En él aparecen los nombres de los propietarios de entonces, tales como los
Cueli, Correa, Arrotea, Castex, etcétera. Por otra parte, la numeración de las
chacras y quintas ha
facilitado el estudio identificación de las diversas compras que realizó Rosas
entre los años 1838 y 1848.
En un principio el llamado «Restaurador» habitaba periódicamente una casita
en precario estado de conservación, y que fue a partir de 1877, reformada por
cierto, la sede del mitológico Café de Hansen, cuna del Tango Argentino, donde
los «petiteros» se gastan el dinero en putas, bebidas y drogas de ese entonces.
la clase dominante siempre tomó
cocaína. La cocaína, era un remedio para el dolor de dientes y se compraba en
la Farmacias del centro.
Como ya lo expresamos, el caserón de Rosas era un edificio blanco con
corredores de arquería a ambos costados y un baluarte en cada esquina en ángulo
recto. Muy próximo a la casona un lago artificial hacía las delicias de sus
moradores y visitantes, porque podía ser navegado por
una pequeña embarcación. Era como una pileta de gran profundidad, con paredes
de ladrillos y que estaba rodeada de una baranda de hierro que en uno de sus
extremos tenía un enrejado de madera tupido, para que allí las bañistas
estuvieran al abrigo de las miradas indiscretas.
Y qué decir de los jardines siempre florecidos que rodeaban esta singular residencia, que hizo época en nuestra ciudad.
La visión se esfuma y empieza un verdadero desfile de otros lugares históricos que engalanaron o engalanan nuestro barrio: el famoso «Café La Paloma», en la intersección de la Av. Santa Fe con la Av. Juan B. Justo, reducto tanguero en la época de esplendor de nuestra música ciudadana, los famosos Portones que abrían y cerraban el acceso a la Av. Sarmiento.
A un costado, el solar de la legendaria Sociedad Rural Argentina. En el otro, el siempre concurrido y ahora renovado Jardín Zoológico, y avanzando por la Av. Santa Fe ya no vemos la confitería «El Pedigree», pero sí el Jardín Botánico.
En cambio cayeron para siempre el «Café Argentino» y el «Agua Sucia», sobre
Plaza Falucho, el reducto de los ya desaparecidos parroquianos del Hipódromo
Argentino, el circo palermitano entonces regentado por el Jockey Club, otro
imán que llevó y lleva a Palermo a tanto
porteños, a perder por una cabeza.
Ese café, el «Agua Sucia», conjugó, al decir de Roberto Boracchia, los tres
símbolos que llenan una o dos generaciones: tango, turf y fútbol. Desde Juan
Maglio (Pacho) hasta la bandoneonista Paquita Bernardo, desde Bernabé Ferreyra
hasta Irineo Leguisamo, de Botafogo a Forli, todo pasó por allí, en ese lugar
se vivieron emociones auténticas y
profundas del quehacer ciudadano.
Volvamos al pasado. Era Sarmiento. Era liberal.
En 1874, Sarmiento presentó al Congreso Nacional el proyecto para crear en
los terrenos llamados «Palermo de San Benito»: un paseo público que habría de
denominarse Parque 3 de Febrero. La ley se promulgó el 27 de junio de 1874 con
el número 658 que en su artículo
5º dice textualmente así: «El Parque 3 de Febrero contendrá a más de las planta
y árboles exóticos , de ornato o utilidad, ejemplares de la parte de nuestra
flora que sea por su rareza, aplicación a la industria, o belleza digna de
estudio, propagación y cultivo», «La fauna argentina será igualmente
representada en las especies útiles o peculiares del país, a más de los
animales de otros países que se procurará adquirir para propender a su
aclimatación».
Siglo veinte cambalache. Paso de todo. Volver al futuro.
El Palermo actual se vio partido casi al medio por el curso del famoso arroyo Maldonado, que hoy yace, aunque todavía indócil, entubado bajo la Av. Juan B. Justo, y que fue el arroyo más importante que surcó la ciudad de Buenos Aires.
Honduras la calle principal de Palermo reemplazó a Santa Fé
La Avenida Santa Fé nace en un contexto de ciudad, emerge en su momento como
un nuevo contenedor urbano de nuevas escalas de la arquitectura urbana. La
velocidad de los cambios del siglo pasado en la economía de la ciudad, el
abandono de usos artesanales y la
creación de nuevas en los mismos contenedores tecnologías de la construcción,
la modificación de la velocidad del transporte y también la vocación
escenográfica del espacio público metropolitano vive sumido en las presiones de
la televisión, la informática, el
espectáculo y la luz artificial; implican una nueva impronta que marcan los
cambios en la ciudad y modifican su identidad.
Santa Fé en el siglo pasado fue la calle principal del Barrio de Palermo.
Se puede decir sin lugar a dudas que Santa Fé como calle principal fue
producto de la planta de la Cervecería Palermo de Av. Santa Fe y Av. Coronel
Díaz que cerró definitivamente en 1977. La demolición del edificio fue
paulatina y terminó de demolerse para la construcción de
lo que hoy es el Alto Palermo Shopping, hoy quizás un outsider de los nuevos
tiempos. Palermo Shopping se quedó en la historia y en el tiempo. La era de los
mall ha terminado. Hoy Alto Palermo vende las mismas prendas que la Feria la
Salada pero a un precio mayor.
Palermo nunca fue parte de la aristocracia porteña. Aquí no se edificaron esos «petit hoteles de arquitectura afrancesada»de San Telmo sino las llamadas «casas chorizo», tres ambientes, uno detrás del otro, con galería y patio. Hoy esas nobles casas de pisos de pinotea y puertas de cinco metros de alto, ya no vigilan el sueño de una familia de trabajadores, sino que son el refugio creativo de un diseñador de ropa, de un escultor o un bar.
La era del imperio contrataca Palermo Soho y Palermo Hollywood mata Palermo Viejo
Nueva era Calle Honduras a puro ritmo de la noche, ruido fuego, moda y peleas callejeras, borrachos, drogas, carteles de la droga con sus empleados políticos en la Legislatura.
En los últimos tiempos Palermo se internacionalizó. El boom inmobiliario primero atacó Palermo Viejo, donde las casas viejas se transformaron en edificios.
Boliches bailables y restaurantes se extendieron por doquier. La movida que
había comenzado en Cañitas se extendía a esta zona a la que se denominó primero
Palermo Viejo o Sensible luego Soho, En honor, claro, al famoso barrio
neoyorquino del mismo nombre, que queda algo
al sur del bohemio Greenwich Village. y como no podía ser de otra manera, por
el «alma cheta» de los porteños desclasados y ávidos de ir a California,
Hollywood.
En la década de los ochenta artistas y profesionales jóvenes se instalaron
en el barrio atraídos por sus casas, tranquilidad, arboleda añosa, por la
cercanía al centro y ¡por sus precios! Se podía ver arquitectos, pintores,
músicos, escritores y bailarines, que en la década del 80 hicieron historia
cultural, desayunando al sol un domingo con su perro en la vereda. Este público
ávido de vanguardia pedía bares atípicos, descontracturados, tiendas de ropa y
de objetos hechos por gente de carne y hueso con quien hablar. Así se fue
construyendo el espíritu bohemio y relajado que le valió la comparación con el
Soho neoyorkino. Hoy se lo conoce como Palermo Soho y sus límites bien claros
con las calles Scalabrini Ortiz, Godoy Cruz,
Paraguay y la avenida Córdoba.
Poco tiempo después y al calor de una pequeña reactivación económica después
de la debacle del 2001 vino el empuje hacia el otro lado de Juan B. Justo. Y
claro, otra vez restaurantes, boliches, y aquí también negocios muy
prestigiosos de ropa fashion dieron lugar a
Palermo Hollywood .
En claves reverdecidas y rebautizados que avanzaron sobre casas y manzanas de vecinos que no podían resistir semejante boom inmobiliario, muchos de ellos incapaces de incluso resistir a los aumentos de todo tipo que se producían, comenzando por su más elemental anifestación: el aumento de las expensas. Tentados por ofertas irresistibles, fueron vendiendo y dando lugar a estos nuevos barrios resort.
Soho y Hollywood están de moda pero al menos desde el punto de vista de la
propiedad particular, no llegan ni a los talones al otro sector encumbrado que
está ubicado de la Avenida Santa Fe hacia el lado de Libertador, por la calle
Oro, Cerviño y Godoy Cruz, donde se
encuentran las ya conocidas Torres donde habita el no menos célebre creador de
tantos éxitos televisivos Marcelo Tinelli.
Este sector que Pablo Rubin lo bautizara como Madison. Como el Soho, el Bronx y tantos otros Palermos.
Pero no todos los vecinos del viejo barrio de Palermo sucumben ante las tentadoras ofertas. No. Aún continúan existiendo vecinos que quieren seguir con su viejo ritmo de vida. Tal es el caso de una conocida vecina de la calle Honduras , a la que por precaución llamaremos «Irresistible» quien es dueña de una propiedad bien antigua, aun con picaportes de bronce en su vieja puerta, que siguen sin haber sido afanados.
Ella es dueña de un terreno considerable pero no inmenso y un día nos contó que aparecieron unos oferentes con más de 3 millón de dólares en su valija. Sí más de 3 millones. La verdad es que no quiso confesarse cuanto. Probablemente fuese aún más. Un poco temerosa estaba, pues no podía creer que fuésemos en realidad lo que somos: periodistas.
Cuando cerró la puerta lentamente, se nos quedó espiando, no podía creer que no fuésemos otros oferentes, y menos aún que no fuésemos a robarle los herrajes de bronce. Mediante tapaboca, por culpa del Coronavirus nos fuimos caminando por Honduras rumbo a la noche. Nos fuimos a emborracharnos a una fiesta clandestina en Niceto Vega.
¿Hay más fiestas? Me pregunto Lois Lane una periodista galardonada para el periódico de Metrópolis The Daily Planet y principal amorío del superhéroe Superman, yo le respondí que sí. Siempre habrá fiestas en Palermo.
PALERMO
Letra de Juan Villalba
Compuesto en 1929
Fue cantado por Olinda Bozan en el sainete «El bajo esta de fiesta»,
presentado el 1 de marzo de 1929. Gardel lo grabó el 23 de octubre
del mismo año.
PALERMO
Maldito seas, Palermo!
Me tenes seco y enfermo,
mal vestido y sin morfar,
porque el vento los domingos
me patino con los pingos
en el Hache Nacional.
Pa’ buscar al que no pierde
me atraganto con la Verde
y me estudio el pedigre
y a pesar de la cartilla
largo yo en la ventanilla
todo el laburo del mes.
Berretines, que tengo con los pingos,
metejones, de todos los domingos…
Por tu culpa me encuentro bien fane…
Que le voy a hacer, así debe ser!
Ilusiones del viejo y de la vieja
van quedando deshechas en la arena
por las patas de un tungo roncador…
Que le voy a hacer si soy jugador!
Palermo, cuna del reo, (1)
por tu culpa ando sin cobre, (2)
sin honor ni dignidad;
soy manguero y caradura,
paso siempre mishiadura
por tu raza caballar.
Me arrastra más la perrera,
mas me tira una carrera
que una hermosa mujer.
Como una boca pintada
me engrupe la colorada
cual si fuera su mishe.
(1) En otra versión se oye: «Palermo, cuna del orre»
(2) En otra versión se oye: «por tu culpa ando sin medio»
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