De Polonia a La Paternal. Nota: Amadeo Espina para www.vocesdelacomuna15.com.ar

Szymsia Bajour fue uno de los músicos argentinos más destacados del siglo XX. Su vida transcurrió a lo largo de muy variados y disímiles mundos. Los significantes yiddish y lunfardo rioplatense, tango y música clásica, Varsovia y Buenos Aires, nos remiten a significados diferentes, sino antagónicos, y son algunos de los que encarnaron la vida de este violinista, polaco de nacimiento, pero argentino por adopción.

Nació en el año 1928 en el seno de una familia judía en el pueblo de Nasielsk, una localidad cercana a Varsovia, capital de Polonia. Ya en sus primeros años de vida demostró interés por la música y particularmente por el violín. Comenzó a estudiar con un violinista del pueblo, quien al poco tiempo notó que Szymsia poseía un talento por encima de la media. Él convenció a los padres de Szymsia, de que su hijo debía tomar clases con un violinista profesional. Al poco tiempo ingresó a la clase del profesor William Krishtal, en el Conservatorio de Varsovia. Esta institución era un importante centro de formación musical en Europa. Allí interpretó, junto a la orquesta del conservatorio y a los 9 años de edad, uno de los conciertos más destacados del repertorio violinístico, el Concierto de F.Mendelssohn. Su vida parecía encaminada a ser la de un destacado concertista. Sin embargo, al mismo tiempo fuera de los claustros educativos, la sociedad europea se dirigía con paso firme a la catástrofe. El antisemitismo se tornaba cada vez más fuerte y una guerra en todo el continente parecía inexorable. En ese contexto Samuel Bajour, padre de Szymsia, decidió en 1938 emigrar con toda la familia a Buenos Aires.

La familia Bajour se instaló en una casa de la calle Añasco del barrio de La Paternal y Samuel Bajour estableció en la misma vivienda un comercio de carbón. Los primeros años fueron duros. No solo disponía la familia de menores ingresos que en Polonia, sino que debían adaptarse a un medio social completamente diferente. A pesar de las dificultades, los padres de Szymsia procuraron que su hijo continúe con los estudios del violín y consiguieron un profesor particular en el barrio. Como la familia no tenía medios económicos suficientes para pagarle con dinero, acordaron abonarle las clases con bolsas de carbón. Así transcurrieron cuatro años difíciles, hasta que en un día de 1942 la vida de Szymsia tuvo cambio decisivo. Samuel Bajour vio un aviso en el diario, en el que se buscaba un violinista para un sexteto que anime los bailes de carnaval del Club Villa Ballester, y avizoró allí una oportunidad para que su hijo haga un aporte a la precaria economía familiar.

Szymsia se presentó para el puesto y, luego de interpretar una pieza clásica, fue inmediatamente contratado. Su salario consistía en 11 pesos de aquel entonces, que era más de lo que cualquier trabajador como su padre podía ganar. Luego de esta experiencia, ingresó Bajour a la orquesta típica de Roberto Velo, que se presentaba en el icónico cabaret Tibidabo. Si bien la orquesta de Velo era de segunda línea, en ese mismo espacio se presentaban algunas de las orquestas típicas más importantes de aquel entonces, como la de Aníbal Troilo y Osvaldo Pugliese. De este modo Bajour fue ganándose un nombre en el ambiente y escalando a lo largo de diferentes agrupaciones.

En 1950 ingresó a la reconocida orquesta de Carlos di Sarli. Paralelamente tuvo participaciones en varias de las orquestas más prestigiosas de esos años, como la de Pugliese y la de Stampone. Ástor Piazzolla, siendo aún un veinteañero integrante de la orquesta de Troilo, había conocido a Bajour a principios los ´40 en el mencionado Tibidabo. En 1960 convocó Piazzolla a Bajour para formar su primer quinteto, que se completó con Kicho Díaz, Horacio Malvicino y Jaime Gosis. Esta nueva agrupación fue un hito en la historia del tango, a la vez que una ruptura con las tradiciones musicales contemporáneas. Una de las principales diferencias respecto a las orquestas típicas del momento, era que Piazzolla le daba en el quinteto un rol mucho más solista y virtuoso a cada instrumento. En 1961 grabaron un deslumbrante disco llamado Piazzolla Interpreta a Piazzolla, el cual contiene el primer registro de Adiós Nonino.

Durante los años ´´50 Bajour había formado una familia y tenía abundante trabajo. No obstante, un espíritu inquieto lo llevó a buscar nuevos horizontes. Paralelamente a una muy exitosa carrera en el mundo del tango, no abandonó Bajour la música clásica, a pesar de si haberla dejado en un segundo plano. En los ´40 había comenzado a tomar clases de violín con el famoso maestro Ljerko Spiller y en 1949 había ganado un concurso para integrar la Orquesta Sinfónica Nacional Argentina. En 1961 recibió una invitación para tomar el puesto de concertino de la Orquesta Nacional de Cuba. Ser concertino de una orquesta sinfónica ofrecía un importante y nuevo desafío profesional en el mundo de la música clásica. Además durante los años en el tango, había desarrollado Bajour una afinidad política por el socialismo y comunismo.

Esta suma de factores lo llevaron a aceptar la invitación y mudarse en 1961 con toda su familia a La Habana. Sin embargo, al poco tiempo de instalarse, resultó este nuevo hogar ser solo una nueva y breve escala. Las relaciones que la URSS entabló con Cuba, hicieron que el violinista soviético David Oistrach, uno de los violinistas más famosos del siglo XX y muy admirado por Bajour, viaje a Cuba para dar una serie de conciertos. En ese marco entabló Bajour un contacto con Oistrach, y este le ofreció en 1963 una beca para que realice un estudio perfeccionamiento de dos años en su cátedra en el Conservatorio Tschaikovski de Moscú.

Esta institución era entonces la máxima referencia en el ámbito de la formación musical clásica de Rusia y el mundo de repúblicas socialistas. Era para Bajour una oportunidad insoslayable. Su familia regresó a Buenos Aires y él se trasladó solo a Moscú. De algún modo esto significó retomar parte del mundo que había dejado atrás en Polonia y completar la formación de concertista clásico al máximo nivel. Luego de cumplir exitosamente con sus estudios en Moscú volvió en 1965 a Cuba, donde se reencontró con su familia. Al poco tiempo advirtió que en Cuba no tenía muchos nuevos desafíos artísticos por delante, ya que era el concertino de la orquesta, el puesto máximo al que allí podía aspirar. Esto, sumado a que su esposa era argentina y sus hijos estaban lejos del resto de la familia, llevó a que decidieran retornar a Buenos Aires en 1967.

Después de algunos años en el exterior Bajour necesitaba reinsertarse en la escena musical argentina. En 1969 fue invitado para interpretar el Concierto de J. Brahms, acompañado por Ensamble Musical de Buenos Aires. Este concierto le otorgó en el ambiente un reconocimiento que le abrió las puertas a una carrera como solista clásico. Se sucedieron a lo largo de los siguientes años importantes presentaciones en Argentina y el exterior. Se destacan algunas como un concierto solista acompañado por la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires en el Teatro Colón, el estreno latinoamericano del concierto para violín del compositor polaco Krzysztof Penderecki y varias giras nacionales e internacionales. Esto significó, años después, concretar la carrera de concertista solista para la que había comenzado a prepararse de niño en Polonia.

Paralelamente a la carrera que Bajour estaba desarrollando, se fue despertando y haciendo cada vez más fuerte en él una vocación por la pedagogía. Luego de volver de Cuba, comenzó a dar clases particulares y al poco tiempo era uno de los principales maestros de violín de Buenos Aires. Muchos de sus discípulos, como Daniel Zisman, Pablo Saraví y Alejandro Rutkauskas, se transformaron luego en destacados violinistas, maestros y solistas, que realizaron una carrera tanto en la Argentina como en el exterior.

A mediados de los ´70 se encontraba Bajour arraigado en Argentina y desarrollando una intensa actividad artística. No obstante el deterioro social al que condujo la última dictadura, suscitó consecuencias directas para su vida. A principios de 1976 debía dar un concierto como solista junto a la Orquesta Sinfónica de Bahía Blanca. El concierto fue cancelado porque su nombre pasó a formar parte de las llamadas listas negras. El hecho de que había estado en Cuba y la URSS, sumado a que era miembro de la Sociedad Argentina de Relaciones Culturales con la URSS, fueron motivos suficientes para ello. En esa situación y a partir de una oportuna invitación para integrar la Orquesta Filarmónica de las Américas, decidió exiliarse en 1976 en México, donde la orquesta desarrollaba su actividad. A los pocos meses fue contratado como concertino por la Orquesta Sinfónica de Xalapa. Luego de cuatro años no exentos de dificultades, con un breve ínterin en que su esposa e hijos estuvieron en México, decidió en 1980 regresar a Argentina. Si bien la dictadura seguía en el poder, Bajour decidió asumir el riesgo de retornar para estar junto a su familia. Esta tercera vez, si sería la definitiva.

Cuando regresó, Bajour retomó su actividad y al poco tiempo obtuvo importantes nombramientos en instituciones culturales. En 1982 fue nombrado profesor del Conservatorio Nacional de Música y en 1984 obtuvo por concurso el cargo de concertino de la Orquesta Estable del Teatro Colón. Continuó con su actividad docente hasta sus últimos años de vida.

En el año 2006 Szymsia Bajour falleció en la Ciudad de Buenos Aires. Más allá de los conciertos y grabaciones que Bajour realizó en el país, cabe destacar dos aspectos que representaron aportes trascendentales a la cultura argentina. En primer lugar, fue uno de los músicos que, con una formación técnica de alto nivel, permitieron el desarrollo fundamental que tuvo el tango a mediados del siglo XX. Sin ellos, figuras como Ástor Piazzolla nunca hubieran podido concretar sus ideas y transformarse en lo que hoy representan. El otro aporte que Bajour dio al país, fue su labor docente. Fue una figura que importó directamente un conocimiento que solo unos pocos maestros poseían en Argentina y que transmitió y germinó en sus numerosos alumnos.

Formó a toda una generación de violinistas en el país, que está vigente al día de hoy y a su vez está encargada de formar a siguientes.

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Foto Principal: Tangos al Bardo

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