Por Jorge Demaría

Mañana de sol, bajo por el ascensor. Parada Carlos Gardel, es la estación del Abasto, Subte línea B, estoy en el subsuelo. Carlos Gardel es una de las 17 estaciones de la línea B de Subtes que circula desde el Centro Cultural Kirchner hasta el barrio de Villa Urquiza bajo la Av. Corrientes y Av. Triunvirato. Comprende 12km. de extensión y en su trayecto atraviesa la comuna 15 (Villa Crespo, Chacarita, Villa Ortúzar y Parque Chas). Es la estación del Abasto. Pero no es el abasto el problema de la línea que cruza el corazón de la comuna, sino el asbesto o amianto. El asbesto es un conjunto de minerales de origen natural que existen en el ambiente como manojo de fibras que pueden separarse en hilos delgados y duraderos, fibras que son resistentes al calor, al fuego y a las sustancias químicas y no conducen electricidad. Si los productos que contienen asbesto se sacuden, fibras pequeñas se desprenden en el aire. Cuando se inhalan las fibras de asbesto, es posible que se alojen en los pulmones por mucho tiempo. El asbesto ha sido clasificado como una sustancia que causa cáncer por el Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos (HSS), por la Oficina de Protección Ambiental (EPA) y por la Oficina Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC). En febrero de 2018 Metro Madrid, la empresa que regula los subterráneos en la capital de España, confirmó la presencia de asbesto en los modelos CAF 5000, los más antiguos de las flotas en circulación en ese momento, y los mismos que el gobierno de la ciudad de Buenos Aires compró en 2011. Sbase (Subterráneos de Buenos Aires Sociedad del Estado) pagó 5 millones de euros por 36 vagones fabricados a mediados de los años 70, pero los problemas técnicos fueron una constante, sobre todo en los frenos. La primera medida que tomaron desde Sbase y Metrovías (empresa que administra los subterráneos de la Ciudad) fue sacar de circulación tres formaciones CAF 5000 de la línea B como medida preventiva, después de una huelga de trabajadores del subte exigiendo la revisión de las formaciones en cuestión y realizar estudios médicos a los operarios que hayan estado en contacto con los trenes afectados. En ese momento la línea B sólo 18 CAF 5000 estaban operativos ya que se usaban –y se siguen usando- mayoritariamente vagones Mitsubishi comprados al metro de Japón en los años 90 y 73 coches CAF 6000 adquiridos de segunda mano en Madrid en 2017, por 32,6 millones de euros. La muerte por asbestosis (enfermedad pulmonar provocada por la exposición constante al asbesto) de Antonio Morán Canseco, oficial de mantenimiento de ciclo corto del Metro Madrid, movilizó a la AGTSyP (Asociación Gremial de Trabajadores del Subte y Premetro) a exigir estudios. Los mismos los llevó a cabo la investigadora del Centro de Geología Aplicada de la UNS (Universidad del Sur – Bahía Blanca) y de la Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires, Leticia Lescano, y confirmaron la presencia de asbesto en diversos lugares de formaciones que circulan hace años en la línea B (flota Mitsubishi), C (Nagoya 300) y E (CAF-GEE). También se encontró este material en lugares como el techo del vestuario que utilizan los trabajadores del Premetro y en un elemento (ferodo) de la escalera mecánica de la línea E. Lescano señaló en Tiempo Argentino que se hicieron “más de 50 muestras en diferentes flotas, fue un trabajo muy arduo y muy riguroso, y lamentablemente dio positivo en muchas muestras”. Sbase había descartado en marzo del año pasado la existencia de asbesto en los trenes, pero en octubre y a través del trabajo de Dicon -empresa contratada para la descontaminación- tuvo que admitir la presencia de trazas de asbesto dentro de los cofres y el tablero de baja tensión de dos coches que se encontraban bajo bastidor, pero aclaró que esos elementos estaban fuera del alcance de pasajeros y trabajadores. A raíz del hallazgo, Sbase presentó un Plan de Gestión Integral de Asbesto, consistente en la revisión paulatina del material rodante y de la infraestructura del subte y premetro. El análisis prioriza los coches para continuar luego con las estaciones, talleres y subestaciones. Serían tres fases: la detección, el retiro y la disposición final de los materiales y el cuidado de la salud de los trabajadores. Metrovías será el encargado de desarrollar este programa, que deberá ser incluido en su sistema de gestión de salud y seguridad ocupacional. Los metrodelegados advierten que la situación de la línea B está al borde del colapso y que existe “falta de voluntad política” para avanzar con estas propuestas. Francisco Ledesma, Secretario de Salud Laboral y Condiciones en el Medio Ambiente de Trabajo de la Asociación Gremial de Trabajadores del Subterraneo y Premetro (Agtsyp) en una entrevista con el diario Página 12 señaló “Estamos haciendo todo para que no se llegue a parar la línea, pero tampoco puede funcionar a costa de nuestra vida y la de los usuarios. Exigimos que realicen las mediciones y los análisis médicos correspondientes”. La línea B está en estado de alerta naranja, de los 24 trenes que recorren la línea, sólo 17 están funcionando; si por algún desperfecto llegan a quedar en funcionamiento sólo 15, la línea se va a paralizar. “Por protocolo, cuando se llega al alerta rojo, significa que tenés todas las cocheras llenas de trenes y no se puede estacionar ninguno más. Si se rompe uno, no se lo puede llevar al taller y se para la línea porque no hay donde evacuarlo. Ahora, todavía quedan dos lugares libres antes de que colapse. Y si se queda una formación en el túnel es muy peligroso evacuar porque en la B hay tercer riel”, explicó Ledesma. Desde hace dos meses los trabajadores del taller Rancagua y Urquiza, donde se realiza el mantenimiento, hacen retención de tareas en piezas que saben que tienen asbesto: no las tocan para resguardar su integridad. Mientras tanto en Metrovías aseguran que se han tomado una serie de medidas de prevención y que han comenzado el proceso de “señalización preventiva de aquellos elementos sospechados de contener asbesto”, a la vez que se ha determinado “un procedimiento de almacenamiento seguro” de esos elementos. La preocupación del sindicato es porque no se descarta la posibilidad de que el material esté presente en la flota Mitsubishi y apuntan que pese a que en diciembre pasado se anunció que todas las flotas de la red serían inspeccionadas, no hubo avances con respecto a los trenes japoneses. Actualmente constituyen la flota mayoritaria de la línea B, son los que permiten mantener el servicio con una frecuencia aceptable. Su eventual salida de servicio –así como las de los CAF-GEE de la línea E- dejaría a la línea en una situación insostenible. Todo indica que la situación de la B es frágil y puede empeorar. Subte línea B, estoy en el subsuelo, y yo me alejo más del suelo, y yo me alejo más del cielo también. Foto: Vía País Caracteres: 6906

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