Era hincha de Atlanta, vecino de Villa Urquiza y muy querido en la colectividad judía. Murió el martes 9 de junio y pese a que no tenía antecedentes cardíacos había sido diagnosticado con estrés ante una consulta reciente

El martes 9 de junio Adrián Ernesto Peker, de 58 años, había salido a correr solo por el Parque Isla de La Paternal, más precisamente por la Avenida Constituyentes al 2700, cerca de una hora antes del horario permitido, que son las 20 horas. Sufrió un infarto, se desvaneció y lo encontraron a las 19 horas, cerca del área de juegos del parque. Al llegar la ambulancia, ya había fallecido. Lo trasladaron el Hospital Tornú pero cuando llegó ya estaba sin vida. Alberto Crescenti, titular del Sistema de Atención Médica de Emergencias (SAME), declaró que “cuando la ambulancia llegó, el hombre ya estaba fallecido” y que”no hubo nada que hacer”.

La semana anterior a su muerte, Peker se había sentido mal e hizo una consulta médica, siendo diagnosticado con estrés. Su hijo contó a los medios que su papá no tenía antecedentes cardíacos y que salía “de vez en cuando” a correr, aunque lógicamente había dejado de hacerlo por la cuarentena. Sin embargo, sí había hecho ejercicios en su casa de Villa Urquiza durante ese período. Peker era fanático de Atlanta y era muy querido en el club de Villa Crespo, como también en la colectividad judía, habiendo pasado por clubes de la colectividad como El Csis, Macabi o Hebraica. El Club Atlético Atlanta publicó en Twitter una despedida para Peker, recordándolo como “socio, hincha y colaborador Bohemio hasta el último suspiro”.

En el sitio web “Vis á Vis”, que difunde noticias sobre la colectividad judía y sobre Israel, su director Gustavo Szpigiel, recuerda a Adrián Peker de la siguiente manera:

“La sorpresiva muerte de Adrián «Peluca» Peker Z’L causó una enorme tristeza. Sucedió en la tarde del martes mientras corría, cerca de las 19hs, en la plaza Isla de la Paternal, ubicada en la Avenida Constituyentes al 2780.

Cuando llegó el inesperado mensaje por WhatsApp, la mente voló rápidamente hacia el año 2004. Ese 19 de diciembre a «Peluca» le sucedió lo que no tenía que suceder: se murió su hijo Ezequiel de 6 años, ahogado en un accidente en la isla de Hacoaj.

Lo conozco desde hace más de 40 años. Nunca fuimos amigos. Pero hemos compartido en la juventud comidas y fútbol, él de Atlanta y yo de Chaca, las cargadas estaban siempre sobre la mesa en nuestras charlas. El Csis, Macabi y Hebraica, entre otros clubes «de la cole», fueron también parte importante de su vida.

Muy pocas veces lo vi en los últimos años, pero las noticias me llegaban por intermedio de amigos en común, y la pregunta siempre era la misma: «¿Cómo está pelu?». No hacía falta aclarar de qué se trataba la pregunta.

A partir de ese día de 2004, Peluca ya no fue el mismo. Tenía la tristeza dibujada en su cara. Pero junto a su familia, salieron a darle pelea a la vida sin claudicar. Claudio, su mejor amigo, hoy decía: «Pelu era la persona más buena y generosa que yo conocí en mi vida. Convivía con la tristeza pero estaba fortalecido por su familia».

Mas allá de los vaivenes que desató la cuarentena, desde el impedimento laboral que generan contratiempos económicos hasta el agobio por querer salir, Adrián era una persona de 58 años con un físico privilegiado. Se preparó físicamente desde siempre. Tenía un personal trainer, iba a retomar la semana que viene nuevamente, pero nunca dejó de hacer gimnasia en su casa. Ayer decidió ir a correr a la plaza de la Paternal (paradójicamente llamada «Isla de la Paternal»), le dio un infarto y se murió. Cuando llegaron a atenderlo, no se pudo hacer nada.

La semana anterior se había sentido mal y llamó al médico. Le diagnosticaron «Stress». Evidentemente había sido una alarma. Amante de su familia, amigo de sus amigos, hincha de Atlanta, futbolero y generoso. Estas son algunas de sus muchas y buenas características que lo acompañaron toda su vida.

Y con un corazón enorme, ese corazón que seguramente quedó lastimado aquel diciembre de 2004, y que ayer, corriendo en una plaza, se terminó de apagar. Y voló, para estar cerca de Ezequiel”.

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Foto: Vis á Vis

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