El 27 de agosto unas 23.000 personas participaron de los 21 km. de Buenos Aires

Por Manuel Germano (@mangermano)

Por diversión, mantenerse activos, llevar una vida sana, competir, muchos son los motivos por los que 23.000 personas se inscribieron para ser parte de los 21 km de Buenos Aires, que se celebró (sí, es una celebración), el pasado 27 de agosto.

Uno de los eventos deportivos de la ciudad se tiñó desde temprano con las remeras de diferentes running teams, carpas, zapatillas con colores estridentes, risas, nervios y excitación.  Corredores elite y amateurs de Argentina y el mundo se agendaron esta fecha hace meses y la Avenida Figueroa Alcorta se llenó desde la madrugada con los más ansiosos. A las 7 el reloj se puso en 0.00.00. La aventura comenzó, los gritos de alegría se confundían con la música de los parlantes y el inconfundible sonido de “start” proveniente de los relojes de cada corredor.

El estreno del nuevo circuito abarcó puntos emblemáticos de la ciudad: la Facultad de Derecho, el Obelisco, la Casa Rosada, el Cabildo, Av. Libertador y sus museos.  La carrera ofreció postales porteñas al mismo tiempo que el sol se alzaba, iluminando a los miles de corredores.

Lucas Báez, excepcional maratonista oriundo de Chacabuco (y agrego, gran persona y compañero de team) comentó sobre el evento en su Instagram (@gaucho.runner): “Una edición más de esta carrera preciosa. LA FIESTA del RUNNING de todos los años en un día increíble. Mejor día imposible. Me quedo con un momento. Salir de Diagonal Sur. Sol en la cara, amaneciendo en el bajo y cambio de guardia de los granaderos. La música y la bandera. Mágico. Venía muy justo pero ese instante lo valió todo”.

Ser parte del evento implica diversas emociones y desafíos para cada participante. Eso siempre es así en toda carrera, listar los motivos que impulsan a cada uno a estar en la línea de largada es una tarea tan exhausta como innecesaria. Lo importante es estar ahí. Guardar en la retina esas imágenes, atesorar los recuerdos de la experiencia, sentir los nervios previos a cruzar el arco, atravesar las emociones al recorrer cada kilómetro, encontrarse con amigos en el trayecto, recibir el abrazo final de los seres queridos tras pasar el arco, colgarse la medalla tan merecida por haber completado el circuito. Ser parte del evento multitudinario y recorrer esas emociones, vivir esa experiencia. Eso, en definitiva, es lo que tiene sentido.

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