Por Manuel Germano
“El fondo de la escena”, de Diego Olivera
Los sábados a las 19.00 horas en «El portón de Sánchez» (Sánchez de Bustamante 1034, CABA) puede verse la nueva obra escrita y dirigida por Federico Olivera («Matar el pensamiento» y «Volverte a ver»), protagonizada por Fernanda Bercovich, Fabiana Brandán, Fiorella Cominetti, Lautaro Murua, Fernanda Pérez Bodria, Catalina Piotti y Santiago Zapata.
La obra relata lo que sucede cuando tres hermanas se reúnen en la sala de espera de un hospital desmantelado en el cual se encuentra internada de urgencia su madre. El lugar es, al mismo tiempo, set de filmación de una película de terror. Una enfermera, una paciente con problemas de memoria, el asistente del director de la película y el marido de una de las hermanas completan los personajes de esta pieza, que alterna con efectividad la comedia disparatada y el drama familiar.
Por un lado las escenas relacionadas con la filmación de la película despiertan carcajadas en la platea. Los familiares actúan como «extras» (son «los del fondo…»). Los roles se alteran, el marido sumiso se convierte en actor requerido, la hermana guionista supera su frustración profesional, la enfermera luce su actriz. En el mientras tanto, celos, besos, planteos. Por otro lado, el drama familiar con el delicado cuadro de salud de la madre: Se necesita un trasplante. La noticia causa revuelo en las hermanas. Las coloca en un lugar distinto, inesperado. El efecto sorpresa de lo que sucede cumple su objetivo sin caer en lugares comunes.
Federico Olivera dirige con precisión a un grupo de actores muy parejo y con múltiples recursos. Técnicamente la escenografía resulta funcional, se trabaja con acierto la profundidad de escena (el fondo), las luces y sombras.
«El fondo de la escena», además, toca otros puntos quizás con no tanta profundidad pero que dejan lugar a la reflexión del espectador post función: el estado de los hospitales públicos, la falta de insumos, la salud mental, los roles que ocupamos en nuestra familia, la responsabilidad afectiva.
Un muy buen trabajo del equipo creativo y técnico, puesto al servicio de una obra más que recomendable.
MUY BUENA.
«Matar a un elefante», de Franco Verdoia
Luego de su temporada en el Teatro Nacional Cervantes se estrenó en el Espacio Callejón (Humahuaca 3759) “Matar a un elefante”, la última obra de teatro escrita y dirigida por Franco Verdoia («Late el corazón de un perro», «La chancha»), con un elenco compuesto por Gabriel Carasso, Berenice Gandullo, Julieta Lastra, Gerardo Serre y Sebastián Suñé.
El material sitúa al espectador en una casa de familia cordobesa. La quinceañera le sirve a su padrino la torta que sobró de su «fiestón». Él es oriundo de ese lugar, pero se convirtió en artista y triunfó en el exterior. Se «salvó», diría una de las protagonistas más tarde. Un hecho que lo expuso de sobremanera lo llevó a su pueblo de nuevo.
La llegada de Amadeo patea la monotonía del lugar y genera exitación, planteos, pedidos de ayuda, enojos. Los personajes, sus expresiones y la dramaturgia, así como la escenografía y el vestuario responden el «grotesco» como género.
La muerte de un elefante, la desaparición de un arma de fuego y la ausencia de un corazón son algunos de los puntos que el texto recorre con una dosis alta de teatralidad tragicómica.
Verdoia trabaja muy bien desde lo autoral y la dirección de actores el tema del «civilizado» que se vuelve a encontrar con la gente de su pueblo, sus amigos que se quedaron y que lo observan con fascinación y rechazo al mismo tiempo. Rencores de antaño, amistades oxidadas, secretos, mentiras, sorpresas. Hay muchas aristas en «Matar a un elefante» y aun así la obra evita caer en lugares comunes y no peca de pretenciosa. Las situaciones se hilvanan con efectividad, dejando lugar para la risa incómoda, el factor sorpresa y un sólido desenlace que apela a múltiples lecturas.
BUENA.
(las entradas a las obras se pueden conseguir por http://www.alternativateatral.com.ar/ ).
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