La reconocida crítica teatral dialogó sobre su trayectoria en los medios, su interés por las artes escénicas y la crítica como profesión. Entrevista de Manuel Germano para Voces de la Comuna 15

Te dedicas a la crítica teatral desde hace tiempo y en diferentes medios, desde tu propia página hasta diarios de consumo masivo, ¿Cómo fue tu llegada a este campo y que es lo que más te interesa?

-“Vengo de letras, esa es mi carrera de origen, supuestamente me formaron para la crítica literaria (risas). Mediada la carrera descubrí GETEA (Grupo de Estudios de Teatro Argentino e Iberoamericano), dirigido por Osvaldo Pelletieri, y ahí me metí en la escritura académica vinculada con el teatro. Las críticas que hacía en el marco de la revista eran académicas, un embole (risas). En 1997 una compañera del CBC me preguntó si quería escribir en su revista “Magazín literario”, esa fue la primera vez que hice “críticas” para un lector común y corriente. En el ‘99 hice un vuelco fundamental porque empecé a escribir en “Funámbulos” y ahí me pasó algo que cuento siempre porque me parece que es como muy significativo: Ana (Durán, fundadora de la revista) me dijo: “Te leo y no te entiendo”. Creo que eso fue como una movida porque me di cuenta que en realidad la gente del mundo académico seguía escribiendo para la cúpula de cristal. Escribí también en “Crítica teatral”, “Alternativa teatral”, “Montaje decadente” y, desde 2012, en “La nación”.

¿A quién va destinada tu crítica?

-“Hoy lo tengo muy en claro, escribo en primer lugar para quien dirige y, en segundo lugar, para espectadoras y espectadores potenciales. Mi escritura va dirigida para el responsable de la puesta en escena, con esa persona está abierto el diálogo, eso me queda claro. Me siento feliz cuando logro encontrar en la puesta algo que quien dirige no vio. No lo logro siempre, obviamente. De hecho sobre varias obras he escrito más de una vez con “Casi normales” o “Campo minado”, por ejemplo. Con “Soy solito” me pasó que a pesar de la simplicidad de la puesta no me convencía lo que estaba escribiendo, me decía: “Tiene que haber algo que esté funcionando ahí que yo no estoy encontrando”. Recién en la cuarta escritura dije: “Eso, es ahí”.

Como una suerte de búsqueda tuya sobre el material, posibles relecturas…

-“Totalmente, por supuesto que esto lo hago en los lugares donde tengo habilitación para hacerlo, ya sea mi blog (“Máquina de escribir”) o en la página del área de sociales (de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA).

De diarios y revistas a páginas web y redes sociales. ¿Qué opinas sobre el cambio de soporte en el ámbito de la crítica de teatro?

-“Es un tema que siempre debatimos en los congresos. Ya en el 2005 escribía crítica teatral para sitios de internet y lo que veía es que cambiaron las posibilidades de los dispositivos tecnológicos, pero no cambió el discurso. Veía que los críticos escribían en un blog de la misma manera en la que podían hacerlo en un medio gráfico. Entonces la reflexión es: “Si cambia la plataforma, ¿por qué no cambia el lenguaje?”. Vengo laburando en esto hace mucho tiempo.

¿Cuál es el lugar que tiene la crítica en los medios más masivos?

-“Definitivamente cada vez hay menos espacio en los medios masivos. Trabajo en un diario que es el que más críticas tiene. La cantidad de críticos que hay en “La Nación” no tiene nombre, somos un montón y eso te permite cubrir cosas muy distintas.  Pablo Gorlero (ex editor de espectáculos del diario) siempre trató de conseguir más espacio para el teatro, eso pesa mucho y se nota”.

¿Se ve desdibujada la figura del crítico con el surgimiento de los influencers y las redes sociales?

-“Con la aparición de las redes lo que se ve es que hay mucha más difusión de lo que se puede ver o no. Lo cierto es que la formación del crítico exige demasiado tiempo y eso no siempre se valora. La formación es ardua y muchos consideran que no es necesaria. En lo personal, por supuesto, creo que la formación es importante, estudié dirección, iluminación, actuación. A veces estás mucho tiempo para poder empezar a escribir una crítica, construir una hipótesis de puesta no es fácil, te demorás en pensar. Podés estar horas, a veces días”. 

¿Tiene un propósito la crítica?

-“La crítica lo que tiene que hacer es responder al objeto del cual habla, lo que quiero decir es que si te enfrentas a una propuesta que es profundamente poética tenés la posibilidad de hacer una crítica en ese orden. Si tenés una puesta intelectual, podés citar bibliografía o jugar con lo intelectual. Si tenés una obra que está desarticulada, que no tiene relato, que no hay nada para comprender, podés jugar con la sintaxis. La crítica en este sentido acompaña el estilo de la propuesta.

¿La crítica puede ser objetiva?

-“No existe la objetividad en la lengua. La lengua no es objetiva, entonces, el vehículo por el que circula la crítica no puede serlo. Me parece que el lugar de honestidad más grande que puede tener un crítico es decir desde dónde habla, porque decir que es objetivo es ridículo, o sos un mentiroso o no tenés la menor idea de lo que estás diciendo”.

La formación del crítico es continua. ¿Qué área o campo de las artes escénicas elegís investigar hoy?

-“Me interesan mucho los títeres y objetos, estoy haciendo el posdoctorado sobre este tema en Filosofía y Letras de la UBA. Ya en los ‘90 elegí investigar ese campo, cuando se estrenó una obra de la compañìa “Periférico de objetos”. En ese entonces tuve una pelea con Osvaldo (Pelletieri), me fui de GETEA y entonces hice dos cosas: descubrí lo que quería investigar y perdí un lugar de investigación al mismo tiempo, de lo cual no me arrepiento. Después con Osvaldo nos reconciliamos (risas).

¿Qué exige la crítica de artes como profesión?

-“Creo que hay en esta profesión mucho de pasión del que lo hace, de estar comprometido con esta actividad más allá de cualquier tipo de rédito, que como bien sabemos desde lo económico es casi nulo, pero desde otros factores vale la pena. A veces uno hace las cosas porque siente que las tiene que hacer y se compromete con eso”.

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