La cultura de la lectura y su impacto en la percepción del escritor.

por Sandra Ivanna Lambertucci

En muchas sociedades, la compra de libros todavía no es una práctica masiva y cotidiana. La cultura del libro suele estar vinculada a ciertos sectores sociales, académicos o elitistas. En este contexto, el acto de escribir y publicar puede parecer, en primera instancia, un emprendimiento de nicho, pero con potencial de expansión si se logra captar la atención del público. Sin embargo, la cultura de la lectura y la valoración del libro influyen directamente en la percepción del escritor. En muchos casos, la figura del autor se reduce a la de un creador que, además, debe luchar por ser reconocido y valorado en un mercado que no siempre apuesta por la literatura de calidad o por voces emergentes.

¿Se naturaliza que hay que “regalar” ejemplares o que la figura del escritor debe agradecer por el espacio?

En muchas presentaciones de libros y eventos culturales, se observa que los autores son quienes deben agradecer por la oportunidad de presentar su obra, incluso en ocasiones sin recibir una contraprestación adecuada. La cultura del “regalar libros” o del “hacer favores” a los autores, en un entorno donde la economía de la cultura es precaria, naturaliza la idea de que escribir no es un trabajo, sino un acto de amor o de voluntarismo. Esto, a la larga, desvaloriza la labor del escritor y los esfuerzos que implica producir, editar y difundir una obra.

¿Qué papel cumplen las políticas públicas y la remuneración a los autores?

Las políticas públicas en materia de cultura y literatura suelen ser poco estratégicas. En muchos países, las ayudas económicas a los autores de élite o de “nombre” se priorizan, relegando a los escritores emergentes o de menor visibilidad. La falta de inversión en programas de fomento a la lectura y en la creación de espacios para autores consagrados y noveles, limita el acceso a los grandes ámbitos culturales. La compensación económica, en este sentido, muchas veces privilegia a quienes ya tienen reconocimiento, perpetuando una brecha entre los autores establecidos y los nuevos talentos.

¿Cómo llegan los escritores no conocidos a los grandes ámbitos culturales?

El acceso de los autores menos conocidos a los grandes escenarios culturales suele depender en gran medida de redes, contactos, y en algunos casos, de la suerte o de programas específicos. La existencia de editoriales independientes, ferias del libro y festivales culturales son espacios donde emergen voces nuevas, pero todavía son insuficientes. La visibilidad para algunos autores como se ha logrado en parte gracias a su talento, pero también a la labor de mediadores culturales, editoriales comprometidas y políticas públicas que fomentan la diversidad literaria.

Pensar en la escritura como un emprendimiento implica reconocer que los autores invierten tiempo, recursos y pasión en su labor. La sociedad debe valorar más su trabajo, no solo en términos económicos, sino también culturales y simbólicos. La figura del escritor debe ser puesta en valor en eventos, ferias y en las políticas públicas, garantizando condiciones dignas para su desarrollo. Solo así podremos consolidar un ecosistema literario que fomente la diversidad, la innovación y el acceso equitativo a la cultura. Como afirmó Alan Pauls, la literatura no solo es un acto de creación, sino también un acto de resistencia y de transformación social. Es responsabilidad de todos, gobierno incluido, fortalecer esa labor y reconocer en el escritor a un actor fundamental de nuestra cultura.

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