Tenía 97 años y estaba internado en el Sanatorio Güemes

Por Edgardo Marano

Además de su trayectoria en TV, el currículum de Carlitos Balá -quien murió este viernes 23 de septiembre a los 97 años- incluyó una veintena de participaciones en el cine. “Canuto Cañete” fue su gran debut, luego formó parte de la explosión del género musical, compartió cartel con los mejores cómicos de la época y formó una histórica dupla con “Palito” Ortega, que sigue generando amores y algunas críticas hasta el día de hoy.

Canuto Cañete, conscripto del 7, fue estrenada en 1963, y originada a partir del éxito que había obtenido la obra en su versión teatral. En este filme, Balá se puso en la piel de un recluta en pleno servicio militar que a pesar de su torpeza, o gracias a ella, logra dar con una banda de estafadores. La película fue la primera de las tres de la saga del personaje, todas con guión de Abel Santa Cruz y dirección de Leo Fleider. Ahí Carlitos comenzó a desarrollar ese gag rápido pero de suma torpeza, que sería su principal arma para hacer reír a carcajadas.

Después llegó “Canuto Cañete y los 40 ladrones”. Aquí Canuto es un limpiador de ventanas que desde su andamio ve algo sospechoso y debe apelar a sus cualidades detectivescas para resolverlo. La trilogía se completa con “Canuto Cañete, detective privado”, donde el personaje es enviado a descubrir a los autores de una serie de robos en una fábrica de productos electrónicos. Las películas no recibieron el mejor trato de parte de la crítica, que no suele ser muy amable con este tipo de filmes, pero sí el aplauso de las familias que sabían que estas propuestas garantizaban pasar un rato con los problemas cotidianos en modo pausa. Balá entonces descubrió que ya era el momento para guardar el traje de Cañete y subirse a nuevas aventuras.

Además de filmar por primera vez en colores, la cartelera cinematográfica de 1967 marcó un doble desafío para su carrera. Por un lado, su participación en “Esto es alegría”, una superproducción de tres sketches independientes entre sí. En “Una ilusión redonda “interpretó a Cepillo, un joven lustrabotas que acababa de perder a su madre y debía ocuparse de su padre alcohólico y de su pequeño hermano. A pesar de tratarse de un papel esencialmente dramático -uno de los pocos de su carrera- el actor se permitió matizar los momentos más tristes con sus morisquetas características.

Su otra participación del año fue en La muchachada de a bordo, remake del filme que había protagonizado Luis Sandrini en 1936. Como en su debut con Cañete, Balá volvía a interpretar a un convicto, Roque. Su compadre fue el cantante Leo Dan, que venía de protagonizar el éxito “¡Como te extraño mi amor…!”, y Balá volvía al papel del torpe de buen corazón que le calzaba como anillo al dedo. Al año siguiente, llegó el turno de “Somos los mejores”, un filme inspirado en la consagración de Estudiantes de La Plata como campeón del mundo en Inglaterra. Reconocido simpatizante de Chacarita, Balá formaba parte de una barra pincharrata junto a Sergio Renán y Javier Portales. Un dato para fanáticos del Pincha: la película intercala imágenes originales de los partidos y los relatos de José María Muñoz.

En 1976 “Palito” Ortega, uno de los grandes ídolos populares y con un largo recorrido en películas musicales, decidió que era el momento de probar suerte en otro rubro de la industria cinematográfica. Así surgió Chango Producciones, donde se iba a estrenar como productor, además de actuar y encargarse de las bandas de sonido. La productora rodó nueve películas, siete de las cuales dirigió “Palito”, y Carlitos Balá, quien llevaba ocho años sin pisar un set de filmación, fue la figura más recurrente de elencos por los que pasaron las figuras principales de la época.

Con referencia clara al estilo de Dean Martin y Jerry Lewis, Ortega y Balá se complementaban en escena con el juego de opuestos tan explotado en el cine cómico. Balá tenía reservado el papel del compañero bonachón, torpe y de buen corazón, que podía hacer frente a diferentes circunstancias de maneras insólitas y desopilantes. Ortega, en cambio, era el líder más clásico y formal, correcto o recio según correspondiera.

Como dos aspirantes a pilotos de la Fuerza Aérea, la dupla, y la productora, debutaron con “Dos locos en el aire” (1976), con guión de Juan Carlos Mesa, misma fórmula que repitieron al año siguiente en “Brigada en acción”, en la que integraban un cuerpo policial junto a los personajes de Alberto Martín y Christian Bach. Para 1978 Ortega cambió el perfil y abandonó las temáticas castrenses orientando su producción a las comedias típicas de la época. Balá era una figura consagrada, y un actor probado en el absurdo y a su alrededor fueron girando variados elencos. En “El tío Disparate” compartió cartel con Las Trillizas de Oro con las que solía bromear: “¿Cuál de ustedes es la trilliza?, les preguntaba y las chicas no sabían qué contestar. En “Las locuras del profesor” tuvo como partenaire a Raúl Rossi.

Luego de un cameo en “Vivir con alegría”, Balá volvió al protagónico en “Locos por la música”, otra producción de Chango donde personificó al líder de una banda del género tropical que buscaba un lugar en la discográfica. Carlín Calvo y Graciela Alfano lo secundaban y los números musicales eran variados como Jairo, Bárbara y Dick y el propio Palito. En el medio, y por fuera de la factoría Ortega, Balá tuvo una presentación en la recordada “La carpa del amor”, interpretando su tema “La Carrindanga” como parte de un espectáculo de variedades.

La última con dirección del Rey fue “¡Qué linda es mi familia!” (1980), recordada porque en su rodaje enfermó fatalmente Luis Sandrini. Al año siguiente, “Palito” le dejó la dirección a Enrique Dawi para protagonizar su último filme en dupla con Balá: “Cosa de locos”, retomando la trama de superagentes y espionaje tan remanida en esa época. Fue lo último que hicieron juntos. Después “Palito” se enfocó en su carrera musical, la venida de Frank Sinatra y su posterior radicación en Miami. Balá todavía tenía mucho camino por recorrer.

Ya sin la tutela artística de “Palito”, y antes de dedicarse casi exclusivamente a la televisión y el teatro para chicos, Balá hizo unas últimas apariciones cinematográficas en los ´80. Un loco en acción, con dirección de Dawi y compartiendo cartel con Santiago Bal y Cristina del Valle, puso al actor en el desafío de interpretar dos personajes, un recurso muy explotado en el género. Tanto interpretando al superagente secreto Charly Bonex como un humilde vendedor ambulante de café (¿un guiño a “Palito”?), Balá hace gala de sus recursos histriónicos al máximo. Sus muletillas ya son parte de la cultura popular, y así se involucran con naturalidad al argumento.

Su siguiente participación fue en 1987 en la taquillera “Los matamonstruos en la mansión del terror”, cuarta entrega de la saga de la Brigada Z integrada por Emilio Disi, Berugo Carámbula, Alberto Fernández de Rosa y Gino Renni. Como el Sargento Fierro, Balá irrumpe en los primeros segundos de la película, compitiendo con los superagentes en un concurso de ineptitudes del que resulta vencedor con holgura. “Qué torpes son”, concluye Carlitos, sin reparar en los vidrios, platos y tazas que acababa de destruir a su paso.

Al año siguiente, Balá volvió a ser dirigido por Dawi en “Tres alegres fugitivos”, compartiendo protagonismo con Juan Carlos Altavista y Tristán. Inspirado en la francesa “Tres hombres y un biberón”, el filme narra las desventuras de tres empleados de una empresa mudadora que tienen que hacerse cargo de un bebé. Pasaron 14 años para volver a ver a Balá en la pantalla grande. Fue un cameo en “Soledad y Larguirucho”, la película en la que Manuel García Ferré cruzó a sus entrañables criaturas animadas con la reconocida cantante de folklore Soledad Pastorutti y otras figuras populares.

Foto de portada: instagram @carlitosbalaoficial

Replicamos aquí la nota publicada en la edición del mes de septiembre del periódico “Voces de la Comuna 15” (versión papel), enfocada en el homenaje que se le hizo a Carlitos Balá en el mes de agosto por su cumpleaños 97 en la terminal del colectivo 39 en Chacarita, línea en la que Balá comenzó a hacer sus actuaciones a bordo del transporte público:

Homenajearon a Carlitos Balá en su cumpleaños 97

El eterno actor, presentador, animador y cómico infantil Carlitos Balá (su nombre original es Carlos Salim Balaá Boglich), vecino de Chacarita, cumplió 97 años el 13 de agosto y se le hizo un emotivo homenaje. Supo alegrar por varias décadas con sus programas de televisión a los más pequeños. Es un reconocido hincha de Chacarita Juniors, a pesar de que conoció el estadio de San Martín recién a los 94 años.

Una curiosa historia que no muchos saben es que Balá –cuya casa natal estaba en la calle Olleros- comenzó actuando en los colectivos de la línea 39, que tiene su administración sobre Jorge Newbery al 3900, siendo todo un símbolo del barrio de Chacarita, iniciando allí su recorrido y terminando su recorrido en Barracas o Constitución.

Por eso justamente se lo homenajeó en la terminal del colectivo 39, en la noche del 12 de agosto y en el acto se descubrió un mural de hierro que se ilumina por las noches, con la imagen de Balá y su clásico gesto del “Ea ea pepé”. Es una obra de Alejandro Marmo, quien también hizo esculturas de Luca Prodan, Gustavo Cerati, Charly Garcia, Mercedes Sosa, Luis Alberto Spinetta, Juan Alberto Badía y Diego Maradona, entre otros personajes célebres; y además realizó trabajos en Italia, incluyendo El Vaticano.

“Carlitos Bala es como Charles Chaplin con perfume argentino. Iluminó generaciones y la profundidad de su huella en el camino de las infancias marcó a los adultos que ahora juegan a ser niños”, declaró el artista que supo hacer al “Carlitos Iluminado”.

De sus actuaciones en el transporte público, saltó a la radio y al teatro en la década del ´50 y posteriormente llegó a la televisión y al cine. En Radio El Mundo, formó parte del trío cómico con Jorge Marchesini y Alberto Locati, siendo presentados por el locutor Antonio Carrizo. Pero su máxima popularidad llegó cuando hizo en televisión “El show de Carlitos Balá”. En ese programa los más “peques” dejaban sus chupetes en el “Chupetómetro” y dejó en el colectivo popular sus canciones y famosas frases como “Mirá como tiemblo”, “¿Qué gusto tiene la sal”, “Mamá, ¿Cuándo nos vamo´” o “Un kilo y dos pancitos”.

Fotos: pablolayus.com.ar

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