¿Que tienen las cárceles? Por Carla Florencia González

Aparte de ser estas jaulas enormes donde ingresan los humanos y otros humanos son quienes poseen las llaves; la cárcel es un lugar frio, apartado y aislado. Conlleva una carga anímica de castigo que en 24 hs. puede alienarte por completo.

Al instante que una persona es detenida y encerrada, sus pertenencias son apartadas, cintos, cordones, lazos de cualquier tipo, cosas de valor, teléfono y por supuesto la identidad. Sabemos por qué y lo racionalizamos. Pero internalizamos el ¿Por qué? Suicidio…

La alienación causa tristeza, angustia, incertidumbre, sensaciones que pasamos durante el día pero en lapsos cortos. Sufrir es parte de la vida, pero en plazos considerables, donde otras emociones pueden jugar con nosotros. En cambio, en la celda, la angustia, la tristeza y la incertidumbre llegan a ser un monstruo enorme frente a cada uno, que consume sus fuerzas, que consume sus emociones lindas y deja a la persona desamparada y vulnerada.

Estos sucesos son rituales de rutina en las comisarías y calabozos y tienen su trasfondo. Quitarte cualquier medio con el que te puedas suicidar ya te está advirtiendo que lo vas a pasar mal.

El olvido, la identidad, el hambre, el frio y la tristeza son las descripciones de cualquier jaulita que encontremos en los calabozos de nuestra Argentina.

¿Despojarse de las cosas es un acto que no solo desampara a la persona de su identidad, más allá de ello, la finalidad es dejar ese interrogante inmenso de qué soy ahora? ¿Quién soy ahora? ¿Qué hago acá? 

El castigo número uno es: “No sos nadie”. No suena tu nombre, solo un apellido seco, con voz autoritaria.

El siguiente castigo marcado y casi instantáneo es el olvido, el de tu persona. Verás que la primera noche algo te llega: el abrigo de mamá, la comida de tu señora, los puchos del hermano. Quizás la segunda noche alguna visita, alguna palabra mediante los guarda cárceles puede llegarte. Pero definitivamente con el paso del tiempo, el sistema envuelve a tu entorno, retoman sus tareas, sus obligaciones y poco a poco, las visitas son menos, las palabras no llegan, las cartas tampoco, y estas ahí, sol@, con hambre, con frío, totalmente vulnerable y alienado. La incertidumbre suele causar estados en las personas de mucha ansiedad, en la cárcel todo es incertidumbre. Lo que ocurre afuera, lo que ocurrirá mañana, lo que será la sociedad, como estará el clima, como estaría uno mismo si no estuviese ahí …

Se pone en pausa una sola vida, el resto continúa en un viaje distinto al que compartían, pero continúa.

Carla Florencia González

Abogada penalista

Foto: CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales)

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