Por Carla Florencia González

Los tribunales orales, “TOC”, así son abreviados en mi profesión, permanecen  prácticamente vacíos. Solo son transitados por abogados, matriculados, jueces, magistrados y empleados judiciales, pero pocos ciudadanos saben que tienen la posibilidad de recorrer esos hermosos palacios de justicia.

Esta es una invitación a comprometernos con el derecho penal, y el derecho en general, de manera un poco más profunda de lo que pueden ofrecernos los medios televisivos.

Los juicios que se llevan a cabo en nuestro país deben ser orales y públicos. Esto quiere decir que cualquier ciudadano puede participar de ese juicio oral en su sala cumpliendo las reglas de no emitir interrupciones, sonidos, o gestualidad que altere el proceso oral. ¿Usted lo sabía?

Si su respuesta fue “¡no!”, esta es toda una novedad entonces, y es la oportunidad de acercarse a ese mundo de causas penales y criminales que solo ve por las películas.

La publicidad de los juicios orales tiene su finalidad. Proviene de la idea de que la potestad jurisdiccional emana del pueblo, por lo tanto resulta indispensable que el público controle este procedimiento. Es el pueblo quien exige se mantenga la seguridad social y la calma y no violencia. Entregamos la decisión de penalizar al Estado, para que este pueda protegernos y brindarnos seguridad. Que esto funcione o no así, ya es otro tema.

Como todo lo que se delega, tiene un precio este poder entregado al Estado para que juzgue y ese precio muchas veces es ser condenado y perseguido por el mismo Estado al que le entregamos ese poder. Otro dato curioso es que cualquier ciudadano puede ser denunciado.

Usted se preguntara, “¿Yo también?”. Bueno, claro que sí, que luego esa denuncia siga su curso o no dependerá de varios factores, pero en principio todo ente con nombre, apellido y número de identidad puede ser expuesto ante los órganos judiciales.

Muchas veces creemos que “delincuente” es el otro, y el derecho penal abarca tantos rubros y tantas restricciones, incluso muchas que ya no deberían estar en vigencia, que cualquier ciudadano es un potencial “delincuente”. Con el claro ejemplo de fotocopias un libro o un CD (aun en esta época) ud. estaría infringiendo la Ley sobre los derechos intelectuales, quizás sin siquiera saberlo.

Con este párrafo, sólo quiero invitarlos a la reflexión de que el estigma de ser una persona denunciada, o imputada (nombre que se le da a la parte acusada en un proceso penal), marca nuestro paso por la sociedad con una condena que va más allá del poder punitivo y es la condena social. Cuando se trata del “otro”, pedimos el máximo de los castigos, sin piedad, pero…. ¿Si hoy se tratara de uno mismo?

Dejo este interrogante y la invitación a que solicite en los Juzgados las fechas de los juicios orales y sea partícipe activo como ciudadano de un mundo jurídico que también le pertenece.

Carla Florencia González

Abogada penalista

Instagram: dra.carla_gonzalez

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