En el mes del cumpleaños (4) de Abigail, mi hija, y siguiendo con los homenajes a mi abuelo materno, que hubiera cumplido 100 años el mayo pasado, comparto este texto que escribí el 28 de junio de 2020, en pleno contexto del Covid 19. Palabras que intentan, por medio de la transmisión de datos, relatos, detalles, ser un puente entre generaciones, y que leyéndolas en el presente se transforman en recuerdos cercanos de una escena intima familiar durante la pandemia y la cuarentena que atravesamos. Aunque parezca que pasó hace mucho, a la vez, ayer nomás

Nota publicada en “Periódico Voces de la Comuna 15” del mes de agosto

¡Feliz cumple Abi!

Mi abuelo Abraham (“El yeye” para los nietos), padre  de mi mamá, falleció en mayo de 2003*. De él conservé algunas prendas que usé unos años transcurrida su muerte: unas camisas, un sobretodo, un piloto perramus, un equipo deportivo, color celeste y muy ochentoso marca “TEAM” (el pantalón aún lo uso para dormir. Entre estos recuerdos textiles también hay un cárdigan de hilado acrílico color marrón, un verdadero “shmate” como se dice en idish (trapo barato o viejo, harapo, andrajo. Una forma despectiva para aludir a una prenda de mala calidad).

Nati Faour, mi compañera y mamá de Abi es nieta de sirios damascenos. Ella lo llama “el saquito jetiar“. Jetiar en árabe significa viejo.

La verdad, al citado cárdigan lo uso de entrecasa, y me encanta. Hasta diría que está vivo: hoy se le cayó un segundo botón; esa es su vitalidad, como si se le cayeran los dientes.

El cárdigan de mi abuelo, solo con dos de los cinco botones que supo tener. Inicialmente hecho con materiales más duros como la lana, el cárdigan  generalmente tiene botones u otras piezas de sujeción en el frente. Estos botones ayudan a cerrar la parte delantera, ya sea desde la parte inferior a la superior o quizás solo hasta la mitad del torso, según el estilo y el corte del mismo. Algunos cárdigans también tienen cierres en lugar de botones que ayudan a cerrar el frente de otra manera. Si bien esta prenda lleva el nombre del teniente general del ejército británico James Thomas Brudenell, el séptimo conde de Cardigan, que en 1854 dirigió la famosa carga de la Brigada Ligera en la Batalla de Balaclava durante la Guerra de Crimea vestido con un chaleco de punto, el inicio de su historia data de más atrás. En el siglo XVII, los pescadores británicos y franceses adoptaron esta prenda para mantenerse calientes en los fríos días de invierno en el mar.

En estas últimas noches le encontramos otra utilidad: cual toalla me permite envolver a Abi para trasladarla hasta el baño para una duchita de agua caliente. La rutina nocturna sigue con una teta y a dormirla. Final de un proceso, a media luz me encuentro diciendole las frases en idish que nuestros abuelos maternos nos decían: “Guein shlufn meidale”,  “leig kepale”: anda a dormir muchachita, apoya la cabecita.

La transmisión textil e idiomática está en la familia.

*Ver En el recuerdo está la inmortalidad. A 100 años del nacimiento de Abraham Manuel Appel Z”L, mi abuelo materno en Voces de la Comuna 15 N°86, mayo 2023.

El autor es artista visual e investigador. Trabaja en el Centro de difusión e información sobre el judaísmo argentino Marc Turkow de AMIA. Accionó quince años en el proyecto artístico ABTE -Agrupación Boletos Tipo Edmondson-. Es fundador del Archivo Textil Ferroviario. Lo encuentran en las redes: Ezequiel Semo en FB e IG y No demuelan la estación La paternal en FB. Contacto: ezequielsemo@gmail.com

Imagen de portada: Junto a Abi, ya envuelta con el cárdigan que además de ser una prenda para usar de entrecasa oficia como bata para la chiquita. Foto: Nati Faour

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