Es médico cirujano y trabaja en el Hospital Fernández. El entrevistado lucha contra el COVID-19 en un nosocomio que tuvo que redireccionar casi toda su atención debido a la pandemia. En el mes de enero le había salvado la vida al turista australiano Terrence Bulmer, herido con un arma blanca mientras corría en el barrio de Palermo

Nota de tapa del Periódico “Voces de la Comuna 15”- Julio 2020

Hasta que comenzó la cuarentena, José Luis Regina solía juntarse con colegas y amigos los sábados a las 9 de la mañana en Parque Norte para jugar partidos de dobles de tenis. Pero ese caluroso sábado de enero sólo eran tres en la cancha y faltaba José. Sus compañeros se preguntaban qué había ocurrido, si hasta el día anterior estaban todos. Mientras empezaron a jugar aburridos partidos de dos contra uno, hasta que llegó un mensaje de WhatsApp: “Muchachos, disculpen, tuve una urgencia, hubo un acuchillado en Palermo. Lo siento, no puedo ir”. José es un médico cirujano oriundo de la ciudad de Lobos que trabaja en el Hospital Fernández, donde le salvó la vida en enero al turista australiano Terrence Bulmer, herido con un arma blanca mientras corría por Palermo. Es uno de esos héroes anónimos, como tantos otros trabajadores de la salud en la Argentina que trabaja en forma anónima, sin aparecer en los medios, exponiéndose a enfermedades –más en estos días de coronavirus- y a exigencias agotadoras en prolongadas horas de guardias. Hoy, más tranquilo, nos cuenta la historia con final feliz del turista australiano, nos cuenta de su historia de vida y sobre la lucha contra el COVID-19, la cual vive en carne propia día a día en su lugar de trabajo. Aquí reproducimos la entrevista que “Voces de la Comuna 15” le hizo en forma telefónica:

-Explicá lo ocurrido aquel sábado 18 de enero por la mañana, cuando tuviste que faltar al tenis para atender al turista australiano…

– “El día que tuve que suspender el tenis, básicamente estaba haciendo un reemplazo de guardia. Era un día viernes y la guardia dura 24 horas. Entro a las 8 de la mañana y salgo a esa misma hora. Ya estaba a casi media hora de irme de la guardia, era un sábado 7.30 de la mañana. Había entrado un paciente de la vía pública traído por el SAME, que tenía una herida punzocortante al nivel del tórax. Me aproximo a evaluarlo y veo que era un paciente que me habían dicho que había estado trotando por la zona de la Facultad de Derecho, en el límite entre Palermo y Recoleta; y efectivamente tenía una herida punzocortante a nivel del tórax izquierdo. Lo evalúo, veo que estaba con tendencia a la hipotensión, taquicárdico, un poco sudoroso y rápidamente en ese momento le hago una ecografía que se llama ECOFAST que es una ecografía como se hace en el abdomen pero para ver cómo está el corazón y veo que la membrana que envuelve el corazón, el pericardio, tenía líquido, que habitualmente no se ve, no hay. Tenía bastante líquido por lo cual uno supone que ésta herida había penetrado y había perforado el músculo cardíaco. Eso es una situación de extrema gravedad. La membrana que envuelve al corazón es rígida y hay peligrosidad de un colapso cardíaco y muerte inminente del paciente. Entonces, tomamos la decisión de operarlo y efectivamente lo llevamos al quirófano de urgencia. Se le hace la toracotomía, que es una incisión en el tórax, rápida. Veo que tenía un agujero, una herida, en la aurícula derecha. Así que en ese momento, cuando abrimos la membrana del pericardio, que es la que envuelve el corazón, se ve su orificio; comienza con un sangrado bastante importante. Hacemos las maniobras para taponar esa herida, tras suturarla el paciente tiene un paro cardíaco intraoperatoriamente. Así que era todo simultáneo. Era masajear el corazón con la mano directamente y simultáneamente intentar cerrar esa herida que tenía aproximadamente tres centímetros de diámetro. Efectivamente pude cerrar la herida y había que seguir masajeando. Ese masaje cardíaco duró entre 15 y 18 minutos. Una vez que pudimos controlar el sangrado, cerrar la herida; el paciente volvió espontáneamente con un latido propio del corazón, salió del paro cardíaco. Esto se pudo lograr por el gran trabajo en equipo, tanto de los anestesiólogos, las instrumentadoras, todo el equipo quirúrgico que me ayudó en la cirugía porque hubo que reanimarlo, que transfundirlo con varias unidades de sangre, plasma, plaquetas; la verdad que fue una cirugía de urgencia, compleja y en un entorno desfavorable”.

-¿Y cómo evolucionó el paciente?

-Salió del quirófano con asistencia mecánica respiratoria. Estuvo en terapia intensiva 3 semanas, en ese tiempo el paciente tuvo una complicación, una neumonía asociada al respirador, que lo tuvo bastante comprometido. Por suerte respondió a los antibióticos con el equipo de médicos de terapia intensiva, kinesiólogos. Todos los días con el equipo quirúrgico mío lo íbamos a evaluar. Por suerte tuvo una buena evolución y al cabo de tres semanas el paciente se retiró a un centro de rehabilitación, donde permaneció entre 2 y 4 semanas más haciendo rehabilitación motora para volver a caminar, para ejercitar los músculos de la respiración. Comenzó a caminar y a comer por sus propios medios y al cabo de 4 semanas pudo volver a Australia. Calculo que a los 10 días que se fue del país me mandó una foto de él con su esposa ya en Australia y estaban en el balcón de su casa, frente al mar. Así que la verdad que muy contento por el paciente porque fue una situación bastante delicada. Y fue también una gran experiencia como cirujano porque no es algo frecuente que te toque realizar, tal vez te toque una sola vez en la vida. Sabía que era un turista que estaba corriendo pero no sabía que era un empresario ni qué estaba haciendo en el país”.

-Resuminos tu carrera como médico hasta el momento…

-“Bueno, soy oriundo de Lobos, una ciudad que queda a 100 km. de Buenos Aires. Me vine a estudiar medicina a los 18 años, en la Universidad de Buenos Aires. Después hice la residencia completa de 4 años de cirugía general en el Hospital Fernández. Hice un quinto año como jefe de residentes y me quedé un sexto año como instructor de residencia. Después de esos seis años hice una segunda residencia, una segunda especialidad en cirugía colorrectal en el Hospital Británico, acá en la Ciudad de Buenos Aires. Después apliqué para una beca internacional de cáncer de colon en San Pablo y tuve la suerte de ganar esa beca. Fui tres meses a San Pablo, al instituto de Angelita Habr-Gama, donde me estuve formando en cáncer de recto. Volví y ahora estoy como cirujano de guardia del Hospital Fernández los días martes y hago cirugía colorrectal en el servicio de cirugía del Hospital Fernández, son cirugías programadas. La medicina como carrera y mi especialidad requieren continua formación. Es una carrera muy linda y apasionante, yo hago de esto un estilo de vida. Estoy continuamente viendo cosas y como mejorar”.

-Ahora sí pasemos al COVID-19. Sabemos que estás con un arduo trabajo en el Hospital Fernández, que está atendiendo una gran cantidad de este tipo de pacientes…

-“Hoy en día el Hospital Fernández tuvo que redireccionar casi toda su atención al tema de la pandemia. Los médicos y el personal de salud casi en su totalidad están vinculados ahora a la pandemia. Hoy en día hay dos terapias intensivas con pacientes COVID. Una de ellas son doce camas con respirador artifical y el Shock Room que alberga pacientes con respiración mecánica. Es un trabajo bastante exhausto, cansador y más allá de ayudar y curar, corres el riesgo vos de contagiarte de esta enfermedad de la que se sabe muy poco actualmente, no hay tratamiento efectivo, no hay cura ni vacuna. Casi todo el hospital se ha abocado a eso, hay muy pocas cirugías programadas, solo las de urgencia. Muchos de los pacientes que estamos operando son pacientes COVID. Hay que tomar todos los recaudos y precauciones, usar el equipo de protección personal. Tenemos cerca una zona de influencia como la Villa 31 y hay muchos pacientes que provienen de allí que están en terapia intensiva. Cada paciente que uno ve lo interpreta como un posible paciente COVID. El contagio puede ser de paciente a médico o de médico a médico”.

-¿Han recibido de parte del hospital el correspondiente material de protección?

-“Al principio yo mismo y muchos de mis colegas nos compramos material de protección personal. Máscaras faciales, antiparras, todo por el temor de que no nos llegara el material. Pero debo decir que sí, que el hospital nos provee el material. Hoy todo lo que necesito lo tengo, se ha generado mucha controversia al respecto. Yo me adelanté pero el hospital nos brinda todo. Hubo colegas que tuvieron problemas en otros hospitales. Yo y todo el equipo tenemos el barbijo N95, cada 15 días uno nuevo, las antiparras, la máscara facial, el camisolín que usamos para operar. No sé si el Fernández es un lugar privilegiado, pero siempre nos han dado el material para trabajar con total tranquilidad”.

-¿Han llegado al hospital pacientes con síntomas atípicos de COVID-19?

– “En la guardia me desempeño como cirujano general. Entran muchos pacientes con fiebre y dolor abdominal. Uno descarta con múltiples estudios complementarios como una tomografía de abdomen, cualquier causa quirúrgica. Esos pacientes posteriormente son evaluados por el servicio de infectología, que realizan el hisopado. Muchas veces han dado COVID positivo. Me ha tocado ver ese tipo de pacientes muchas veces, sin ningún síntoma respiratorio pero con dolor abdominal, con diarrea y fiebre”.

-¿Creés que las medidas del gobierno con respecto a la pandemia fueron efectivas?

– “Creo que la cuarentena estricta estuvo bien tomada porque sirvió para muchas cosas: aplanar la curva y mientras estaba así, preparar el sistema de salud. Se compraron insumos que no había, respiradores que había pocos, para entrenar al personal de la salud. Eso fue extremadamente importante, porque estábamos frente a una enfermedad que desconocíamos, que no sabíamos cómo se contagiaba. Todo ese tiempo fue muy importante. El sistema de salud público, tanto en CABA como en Provincia de Buenos Aires y en el interior del país, venía sufriendo hace muchos años y décadas una situación desfavorable. Sirvió esta medida inicial como para nivelar al sistema de salud a nivel nacional, conocer más sobre la enfermedad, aplanar la curva. El miedo que tenemos es que la cantidad de casos sea tan exponencial que se descontrole y sobrepase al sistema de salud. Creo que no estamos en el pico actualmente (entrevista realizada el 19 de junio) pero sí en un ascenso progresivo. El pico lo vamos a ver cuándo los casos se estabilicen y luego empiecen a descender. Para eso faltan unas semanas más, estamos por enfrentar lo peor en cuanto a aumento de casos y de muertes. Hoy las muertes se están estabilizando en 30 diarias en el país. La cuarentena y el distanciamiento social van para entre 6 y 8 semanas más por lo menos. Se hace largo, vamos 91 días y si uno habla de 2 meses más se hace complejo, en la situación social, económica, porque esto tiene muchas aristas: pandemia social, sanitaria, económica. Se sabía que la cuarentena no iba a erradicar el virus, el objetivo era preparar el sistema de salud. Estamos en una situación favorable con respecto a otros países de Sudamérica en número de muertes, ni hablar en comparación con América del Norte y Europa”.

-¿Qué opiniones tenés sobre los avances contra el COVID-19 y sobre la posibilidad de que aparezca la vacuna?

– “Hay varios trabajos y estudios de investigación en base a la confección de una vacuna para el coronavirus. Hay varios estudios de fase 2, fase 3, ya en fase de experimentación en humanos, los cuales son muy promisorios. Pero me da la sensación de que la vacuna, va a llegar para fin de año o comienzos del próximo. Es algo muy bueno pero lamentablemente tendremos que atravesar esta etapa de la enfermedad sin la vacuna. Hay muy buenos resultados que se están viendo con el tratamiento con plasma de convalecientes. Pero para ello se requiere que todas las personas que han padecido la enfermedad donen plasma para ayudar a la población. Se vio últimamente también que la dexametasona tiene muy buenos resultados en pacientes graves. En dosis endovenosas a altas dosis, administrada en tiempo oportuno en pacientes graves en asistencias mecánicas respiratorias ha reducido la mortalidad en un 30-35 %. Pero no hay nada 100 por ciento efectivo. Debo recomendar a la población la distancia social, el uso de tapabocas, el lavado frecuente de manos con agua y jabón o con una solución alcohólica al 70%. Esas medidas son preventivas para evitar el contagio del coronavirus. Que la gente que tenga que salir lo haga solo en el caso de extrema necesidad y sino que por favor, se quede en su casa”.

Terrence Bulmer con su esposa en Australia, ya recuperado

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