Este año, 33 colegios “pioneros” empezaron a implementar Secundaria Aprende, la iniciativa impulsada por el Ministerio de Educación porteño que implica una reorganización de las escuelas, con nuevos formatos de materias y profesores “por cargo”. El año que viene la reforma llegará a 37.000 estudiantes

Fuente: https://www.infobae.com/
Por Alfredo Dillon

El año que viene 90 escuelas porteñas se sumarán a Secundaria Aprende, la reforma educativa impulsada por el Ministerio de Educación de CABA. Los rectores de esas secundarias ya están participando de reuniones y encuentros formativos para implementar en 2026 los lineamientos de la reforma que en marzo de este año empezó a implementarse en 33 escuelas “pioneras”.

Con la incorporación de estas nuevas escuelas –48 estatales y 42 privadas, de todos los barrios de la ciudad–, Secundaria Aprende llegará a unos 37.000 estudiantes, que se sumarán a los 15.000 que hoy cursan en las escuelas pioneras. Hasta ahora, todas las instituciones se incorporaron de manera voluntaria al programa.

El objetivo oficial es que para 2027 se acoplen las 170 secundarias estatales de la ciudad, según informó el Ministerio de Educación este miércoles en una ronda de prensa en la que participaron la ministra Mercedes Miguel y los subsecretarios Inés Cruzalegui (Gestión del Aprendizaje) y Oscar Ghillione (Planeamiento e Innovación Educativa).

El marco general de la reforma define cuatro principios fundamentales para la transformación de la secundaria porteña: integración de los aprendizajes, desarrollo de capacidades, avance continuo autonomía estudiantil. Algunos de esos ejes implicaron cambios en el régimen académico y en el reglamento escolar. En cambio, no se modificó el Estatuto del Docente ni el diseño curricular de la “Nueva Escuela Secundaria” (vigente desde 2015): los contenidos son los mismos, pero la propuesta impulsa una reorganización del trabajo docente y del formato escolar. Desde el ministerio enfatizaron que el equipo directivo y docente de cada una de las 90 escuelas deberá definir su propia hoja de ruta dentro de ese marco.

Más allá de la diversidad de recorridos y de velocidades que asuma cada escuela, los “irrenunciables” de la reforma incluyen la “integración de los aprendizajes” por medio de la creación de espacios interdisciplinarios que vinculen distintas materias. Así, quedan por un lado las tres materias troncales –Lengua y Literatura, Matemática e Inglés–; por otro lado, los talleres (para las áreas de Tecnología y Educación Artística) y los laboratorios (donde se nuclean materias afines, como Historia, Geografía y Formación Ética y Ciudadana, en un mismo espacio de “Ciencias Sociales”), que habilitan itinerarios más “flexibles” para los alumnos y formas alternativas de agruparlos (por ejemplo, por niveles de avance y no por edad).

En algunos casos, los talleres y laboratorios proponen recorridos diferenciados para que los chicos elijan lo que quieren cursar, pero sin renunciar a los saberes de cada disciplina previstos en el diseño curricular, aseguraron los funcionarios. De hecho, los estudiantes y sus familias no notaron cambios en el diseño de los boletines, donde la lista de asignaturas sigue siendo la misma, aunque sí se modificó la forma de definir la calificación (por ejemplo, si Historia y Geografía se enseñaron y se evaluaron juntas en un mismo laboratorio, probablemente el estudiante tendrá la misma nota en ambas). La escala de notas también cambió: del 1 al 5 (es decir, los desaprobados) ahora se denominan “en proceso”, y los aprobados se califican del 6 al 10.

La categoría de “en proceso” para los estudiantes que no alcanzaron el objetivo tiene que ver con otro de los “irrenunciables” de la reforma: el avance continuo, que implica el fin de las materias previas y de la repitencia del año completo. Para garantizar ese avance, cada escuela definió distintos formatos para que los estudiantes “intensifiquen” los contenidos que no lograron aprender. Los funcionarios destacaron como un elemento central de la nueva propuesta los “planes de aprendizaje” bimestrales que cada escuela debe diseñar para cada estudiante.

En esa tarea resulta clave el rol del “profesor acompañante de trayectorias” (PAT), una función que pueden asumir distintos docentes y que, como una suerte de tutor, acompaña de manera personalizada a un grupo de estudiantes. En algunas escuelas pioneras, fueron los propios alumnos quienes eligieron qué profesor querían que los acompañara desde ese rol. Cada plan tiene cuatro etapas, según la propuesta que el ministerio tomó del educador colombiano Julio Fontán (y que Mercedes Miguel ya aplicó en la escuela de River): punto de partida, investigación, producción y relación (la evaluación final).

Los cargos docentes

Otro desafío clave que destacaron los funcionarios –y que generó oposición en algunos sindicatos, particularmente en Ademys– fue el avance en la implementación del régimen de profesores por cargo, que se había aprobado por ley en 2008 pero había empezado a aplicarse progresivamente recién en 2014, para abordar el viejo problema de los “profesores taxi”.

La medida apunta a que los docentes concentren sus horas de clase en una misma escuela y también tengan “horas institucionales”, para planificar con otros colegas, reunirse o recibir a estudiantes. El objetivo es consolidar equipos en las escuelas y fomentar el trabajo colaborativo. Pero eso implica movimientos significativos: según el ejemplo que dieron los funcionarios, en una escuela que tenía 150 profesores quedaron 80. Para el resto, las alternativas fueron tomar horas en otras escuelas o asumir otras funciones en la institución en la que ya estaban.

Para los directivos de las escuelas pioneras, la reorganización del equipo docente fue una de las tareas más arduas. Acá los puntos de partida diferían: algunas escuelas ya tenían buena parte de su “planta orgánico funcional” (POF) constituida por profesores de tiempo completo, mientras que otras encontraron su principal desafío en la conformación de equipos más estables. Los criterios y los pasos para reorganizar la POF se establecieron por medio de una resolución del Ministerio de acuerdo con el Estatuto del Docente, informaron las autoridades; también aseguraron que los gremios docentes participaron de estas definiciones.

Según mencionó Ghillione, antes de Secundaria Aprende las 33 escuelas pioneras tenían apenas un 9% de docentes de tiempo completo, y un 43% de profesores nombrados por horas cátedra. Ahora, en esas instituciones el 55% de los profesores es de tiempo completo, y solo el 4% está nombrado por horas cátedra, sin un cargo de dedicación parcial o completa.

“Si no modificábamos la organización de la escuela y la concentración de los cargos docentes, nada de lo que proponíamos iba a ser posible”, explicó la ministra Miguel. También resaltó entre los desafíos centrales el de “cambiar la práctica docente”: “Los profesores tienen que cambiar la piel. Sabemos que les estamos pidiendo algo muy nuevo”, afirmó. Y destacó los “talleres de diseño” que cursan los profesores de las escuelas pioneras en Escuela de Maestros, para fortalecer el trabajo colaborativo.

El foco en el bienestar socioemocional de los estudiantes es otro eje clave de la reforma de secundaria (y del plan Buenos Aires Aprende en el que esta se enmarca). “Antes los centros de estudiantes nos pedían por las viandas o por el transporte. Hoy el tema que más les preocupa es la salud mental”, resaltó Mercedes Miguel.

Cruzalegui subrayó que las escuelas que participan de Secundaria Aprende reciben un acompañamiento cercano, que incluye reuniones semanales entre los equipos directivos y los “equipos territoriales” del ministerio. En 2026 está previsto ampliar esos equipos para poder acompañar a las 90 escuelas que se suman, mientras que se espaciarán los encuentros con las 33 “pioneras”. Además, desde el Ministerio ya organizaron dos “ateneos de buenas prácticas” para que las escuelas intercambien experiencias e inquietudes.

Primeras impresiones

Desde el Ministerio de Educación destacaron que, según una evaluación preliminar de la primera etapa de implementación de la reforma, en general las escuelas están conformes con el camino recorrido. La conclusión surge de grupos focales con 31 directivos y de cuestionarios que respondieron 28 directivos, 540 docentes y 3.321 estudiantes. El relevamiento se hizo en mayo –a dos meses de haber empezado las clases– y estuvo a cargo de la Unidad de Evaluación Integral de la Calidad y Equidad Educativa (UEICEE).

Según esas respuestas, el 90% de los directivos cree que Secundaria Aprende “contribuye a mejorar los aprendizajes en Lengua y Matemática, fortalece el trabajo colaborativo y favorece trayectorias más sólidas y autónomas para los estudiantes”. Además, el 80% piensa que el programa “mejora el clima escolar y el bienestar socioemocional de los docentes”. Entre los profesores, el 76% cree que la reforma favorece el trabajo colaborativo y el 68% piensa que mejora los aprendizajes de Lengua y Matemática.

Entre los estudiantes, el 61% consideró que mejoró el clima escolar, el 60% valoró la posibilidad de compartir espacios con alumnos de otros cursos, el 56% dijo que ahora recibe más acompañamiento de los docentes y el 52% resaltó que haya más materias o “espacios de aprendizaje” electivos.

Del relevamiento también surgió que los equipos directivos reclamaron “más tiempo” para que las escuelas puedan avanzar en la implementación: el año pasado, el proceso se inició en septiembre y hasta fines de diciembre las escuelas pioneras estuvieron trabajando a contrarreloj. Este año, las 90 escuelas que se suman empezaron a trabajar en mayo de cara a 2026. Los directivos también pidieron más “autonomía” a la hora de poner en marcha las acciones.

Estamos aprendiendo con las escuelas a medida que vamos transitando este camino”, afirmó Mercedes Miguel. “Desde el principio evaluamos la implementación de Secundaria Aprende. Estamos caminando junto a un grupo de rectores que voluntariamente eligieron ser parte de esta política y que son líderes del cambio”, señaló. La ministra también destacó la red de trabajo que se conformó entre los rectores de las 33 escuelas pioneras y definió: “El desafío es mantener la escucha y la cercanía con las escuelas que transitan esta innovación sistémica”.

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