Por Manuel Germano (@mangermano).

De la mano de Preludio Producciones y bajo la dirección de Adrián Suar, estrenó en el Teatro Maipo la obra que reúne por primera vez a tres potentes actrices que no habían trabajado juntas hasta este momento: Julieta Díaz, Soledad Villamil y Pilar Gamboa. Ninguna de ellas necesita una introducción; sus trayectorias en cine, teatro y televisión hablan por ellas. Un detalle en este sentido: en el programa de mano, arriba de la imagen de sus caras, solo se ven sus apellidos. No hay necesidad de anteponerles el nombre. ¿O es esto solo una decisión estética?

A la función de prensa asistieron celebridades, actores, periodistas, y hasta “la señora de los almuerzos”. El ambiente era de fiesta y expectativa. El texto de Asturzzi tiene una frase que sirve como disparador para analizar el material: “Cada una tiene la madre que recuerda”, dice uno de los personajes durante el relato.

Inés, María José y Roberta, las tres hermanas que interpretan Díaz, Villamil y Gamboa, se reúnen para decidir, o por lo menos intentarlo, qué hacer con Elena, su madre, quien no tiene un diagnóstico médico definitivo, pero evidencia comportamientos y cuadros relacionados con el Alzheimer. Frente a esto, cada una propone y piensa maneras de actuar distintas, que encuentran cierta justificación en su personalidad y el recuerdo personal que tienen de su propia madre.

A partir del texto, el espectador construye la imagen de esa madre que no se ve en escena y que tiene diferentes facetas, conforme los recuerdos que evoca cada uno de los personajes. Cada una de las hermanas mantiene con su madre una relación distinta, marcada por su propio presente, decisiones personales, frustraciones y miedos. En esta etapa de la vida que tienen que atravesar, no dejan de ser hijas, pero tienen que decidir sobre el futuro de su madre, si es que encuentran ese punto medio que las una. El texto no se preocupa por indagar en cuál será finalmente esa decisión; ese “objetivo” funciona como anclaje para indagar en cada una de sus personalidades y volver al pasado, permitiendo al espectador conocer qué pasó con ellas y su madre tiempo atrás.

La comedia dramática, fiel al género, transita de los pasajes con humor hacia el drama sin golpes bajos, con inteligencia narrativa y fluidez. Las tres brindan sólidas interpretaciones, un manejo del tempo y ritmo teatral coordinado y orgánico, acompañadas por rubros técnicos sencillos, pero funcionales.

Gran decisión la de Adrián Suar de reunir a este trío de actrices de primer nivel. El texto de Asturzzi le da la posibilidad al elenco de lucirse y mostrar distintos matices. Al mismo tiempo, capta la atención y emoción de la audiencia, al plantear una situación ficticia familiar que interpela a su destinatario.

Una propuesta de muy buen nivel que atraviesa diversas emociones sin caer en clichés.

Muy buena.

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